Encontramos nuestro vagón mientras un agudo silbido suena a lo lejos. De repente, un movimiento nos empuja y comienza el traqueteo inconfundible bajo nuestros pies, miramos a nuestro alrededor y el paisaje cobra vida. Entonces tomamos asiento porque nuestro viaje ha comenzado.
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08 septiembre, 2013

EL TREN DE JUGUETE

Además de los trenes convencionales, Indian Railways pone en servicio pequeños ferrocarriles que surcan las colinas de Shimla, Ooty, Darjeeling y Matheran. El lento paso de su máquina nos permite adentrarnos en la densa jungla y respirar el aroma de las plantaciones de té. 

A partir del mes de marzo, antes de que el calor de las llanuras se volviera sofocante, los colonos ingleses de la India se marchaban al medio Himalaya. Y durante todo el verano esperaban allí arriba que refrescara. Así, más de ochenta pequeñas ciudades de veraneo, situadas a dos mil metros o más, se animaban repentinamente y se regían por el estilo de vida inglés durante casi seis meses. Darjeeling, descubierta por un capitán británico en 1828, era una de ellas: una vista espectacular de la cadena del Himalaya, un aire vivificante y extensos campos de té donde flotaba una fina neblina que le daba un aire típicamente inglés. Enseguida, ante la incomodidad de los desplazamientos por las escarpadas colinas surgiría la necesidad de crear una vía férrea en la montaña. En Darjeeling el contexto parecía favorable ya que se habían diseminado cuantiosas plantaciones de té en los alrededores y existía una línea férrea que desde 1870 unía Calcuta con la ciudad de Siliguri.
Las colinas de Darjeeling
Sin embargo, en 1878 el proyecto no se antojaba sencillo. Resultaba imposible pensar en otra cosa que no fuera una vía estrecha entre aquellos declives: 610 mm de una vía a otra, no más. Aun así, se seguía sin resolver la pendiente infranqueable. Tras darle muchas vueltas, cuentan que fue la esposa del director de la Eastern Bengal State Railway quien finalmente le sugirió la respuesta: “si no puedes avanzar, querido, recula”. Y eso hicieron. Nada de cables, nada de cremallera. Cada vez que el obstáculo era demasiado grande, la vía simplemente lo evitaba, reculaba o pivotaba. Se consiguió con ello un trazado sorprendente, lleno de zigzags, bucles y espirales. No era una cuestión de tecnología sino de coreografía. Y por este motivo, por circular como si de una maqueta se tratase, se ganó el calificativo familiar de Toy Train, Tren de Juguete.
A partir de 1880, hasta ocho locomotoras de vapor fueron llegando de Manchester. En agosto de ese mismo año se abrió al público la línea entre Siliguri y Kurseong. Al año siguiente, en julio, se inauguró el recorrido definitivo. Ochenta y cinco kilómetros de raíles y un ascenso que suponía un reto para las pequeñas locomotoras que partían a 120 metros de altura en la estación de Siliguri y ascendían hasta 2.258 metros en Ghoom antes de descender hacia la estación término de Darjeeling a 2.017 metros de altitud. A pesar del terremoto de 1879 y del ciclón de 1899, la línea continuó mejorando y ampliando enlaces como respuesta a la creciente afluencia de público y al aumento del transporte de mercancías. 
El pequeño tren de vapor de Darjeeling fue inicialmente pensado como un tranvía para comerciar patatas entre esta ciudad y Siliguri. Pero además, fue un medio indispensable porque durante décadas estimuló la industria local del té y traía el arroz, las hortalizas frescas y otros artículos necesarios, creando un vínculo entre las comunidades aisladas por su emplazamiento. La competencia por carretera, que el pequeño tren seguía y cruzaba hasta en 150 puntos durante su recorrido, presagiaba su declive. De las 30 locomotoras de la década de 1930 que realizaban cada día una decena de viajes de ida y vuelta, se ha pasado hoy a una docena de máquinas y dos viajes diarios. El principal Tren de Juguete diario es el de la línea Darjeeling–Himalaya (DHR). A 15 kilómetros por hora y en medio de una naturaleza exuberante, el viaje a bordo de este Toy Train asegura nueve horas de travesía deslumbrante, donde el bosque despliega todo su esplendor en forma de frondosos pinos y bambúes gigantes. 
Estación de Sukna
Sukna es la primera estación tras comenzar el viaje. Continuamos hasta Chunabati donde se alcanza un poco de altura con el paso del primer bucle hasta hacer una parada en Tindharia. Allí podremos tomar una buena taza de té para enfrentar la espiral de Agony Point y más lejos, la estación de Gayabari, donde una delegación de monos espera la llegada del tren y posibles golosinas. Siguen entonces una serie de precipicios, cascadas y terrazas; con Pagla Jhora, el torrente loco, que durante los monzones en ocasiones lo arrastra todo a su paso, incluidas la carretera y las vías. Después del Eagles Crag, se dominan las llanuras de Bengala occidental, y una vez pasado Kurseong, aparecen los campos de té en toda su amplitud. La locomotora se abastece de agua en Tung, justo antes de ascender a Sonada y después a Ghoom, eternamente entre nubes. Este es el punto más alto del recorrido (2.257,65 m) y la segunda estación ferroviaria más alta del mundo a la que se accede por una locomotora de vapor. Tras el ascenso la máquina se avitualla de agua una vez más y bascula finalmente hacia Darjeeling, seis kilómetros más abajo. Completado el viaje, el tren habrá pasado a través de 177 cambios de nivel, 103 túneles y 864 puentes, la mayoría de piedra. Un vertiginoso recorrido que forma parte del Patrimonio de la Humanidad desde 1999, un honor solo concedido hasta entonces al ferrocarril de Semmering en Austria.
Batasia Loop, donde rendir homenaje a la memoria de los soldados de Gorkha
Uno de los giros más sorprendentes es el de Batasia, entre Ghoom y Darjeeling. Una parada de diez minutos para contemplar una vista panorámica de Darjeeling, pertrechada en la colina con el monte Kanchenjunga (la tercera cumbre más elevada del mundo) en el fondo.  
Después de la independencia de la India, la DHR fue absorbida por la Indian Railways y se convirtió en parte de la Northeast Frontier Railway en 1958. En 1962, la línea se redirigió hacia Siliguri y se extendió cerca de seis kilómetros hacia New Jalpaiguri para encontrar allí un nuevo ancho de vía. La rehabilitación de la línea tras el terremoto de 2011 tendrá lugar gracias al proyecto de la Unesco que en dos años pretende invertir 665 mil dólares.
No obstante, estos trenes de juguete realizan otras tres rutas. La de Kalka-Shimla es la más larga de todas, 96 kilómetros que nos transportan atrás en el tiempo. La línea fue abierta en 1903 para dar acceso a la capital de Shimla. Supone uno de los escenarios más cautivadores de la India con fascinantes vistas de Dharampore, Taksal, Gamma y Solan. Hasta novecientas curvas, un centenar de túneles y más de ochocientos puentes. La  ruta de Matheran se puso en marcha por primera vez en 1907. Lleva su pasaje hasta la pacífica y verde ciudad de Matheran donde no existen vehículos pues hasta las bicis están prohibidas. Alrededor de dos horas y media para llegar a lo alto de la empinada colina a través de un arduo camino de veinte kilómetros que serpentea la montaña. El tren que recorre la montaña Nilgiri es el que más asciende para alcanzar el asentamiento de Ooty, en el estado sureño de Tamil Nadu. Este recorrido es muy pintoresco debido a los terrenos rocosos que predominan sobre ríos y valles de bosque espeso. Fue completado en 1899, 45 años después de que fuera proyectado. Repleto de giros y curvas empieza en la ciudad de Mettupalayam. Una distancia de 46 kilómetros para atravesar dieciséis túneles, varios viaductos y verdes valles a una velocidad de 33 km/h. En 2005 esta ruta se uniría a la de Darjeeling como Patrimonio de la Humanidad, la de Kalka lo haría tres años después.

Más información: 
http://www.indianrail.gov.in/
https://www.irctc.co.in/