Encontramos nuestro vagón mientras un agudo silbido suena a lo lejos. De repente, un movimiento nos empuja y comienza el traqueteo inconfundible bajo nuestros pies, miramos a nuestro alrededor y el paisaje cobra vida. Entonces tomamos asiento porque nuestro viaje ha comenzado.
Entradas

20 abril, 2014

GRANDES ESTACIONES: LA ESTACIÓN DE ALMERÍA


Es la última estación histórica que alcanza el ferrocarril en el extremo oriental andaluz, y constituyó durante mucho tiempo el único medio de trasporte viable que conectaba con el centro del país y con el extranjero.
La terminal andaluza fue obra de la Compañía de Hierro del Sur de España la cual se fundó en 1899 con el objetivo de transportar minerales desde Sierra morena al puerto almeriense. La compañía francesa Compagnie de Fives-Lille fue la encargada de diseñar el cuerpo central con estructura de hierro junto a amplias cristaleras de vidrio que resaltan el carácter moderno del edificio. En la fachada principal, una placa deja constancia del arquitecto autor del proyecto: el francés L. Farge, vinculado a dicha compañía.
Al mismo tiempo se inició la construcción de la línea entre Linares-Baeza y Almería que no concluyó hasta 1904. La línea Almería-Guadix es la más antigua y recorre parte del valle del Andarax y Nacimiento hasta enlazar con el surco intrabético en Guadix, tras un recorrido de 74 kilómetros. Se trata de una vía de sentido único, que tiene que vencer un terreno muy abrupto con pendientes en muchos casos superiores al 15% y con trazados de vía que quedaron al margen de los avances técnicos pues ningún tramo de la red en la actualidad está electrificado. La estación entró en uso con la inauguración de esta línea el 23 de julio de 1895. El tráfico de pasajeros se efectúa fundamentalmente por esta vía. La otra sección de red ferroviaria que atraviesa la comarca del Almanzora es la de la línea de ochenta y cuatro kilómetros que conecta Alcantarilla con Baza, una comunicación secundaria entre Andalucía y Levante. 
El edificio, que data de 1893, destaca por su funcionalidad y belleza entre las edificaciones industriales de la segunda mitad del siglo XIX. Su fachada principal responde a un modelo de pabellón de tres cuerpos. El central tiene una planta rectangular con fachada en todos sus frentes, destacándose las de los lados mayores que corresponden a la plaza de la estación y a los andenes. Por ese lado exterior, el edificio avanza en sus extremos formando dos pequeños pabellones. Los basamentos, ángulos y entablamentos que rematan cada una de sus dos plantas son de cantería. Mientras que los entrepaños, los arcos y las barandillas del terrado y de los vanos superiores son de ladrillo visto, de un estilo clásico que exhibe tintes mudéjares. La nota de color la pone la cerámica policromada que aparece en apliques, cartelas, metopas y ramos de marcado naturalismo en las enjutas de los arcos superiores. Las decoraciones de cierto aire modernista, así como la ornamentación que le acompaña, rememoran el afrancesamiento propio de otras estaciones basadas en el metal y las geometrías.
vestíbulo de la estación almeriense
La fachada principal de cincuenta y cuatro metros aparece delimitada por dos grandes pilares reforzados con parejas de pilastras de hierro y un entablamento superior, que sustentan un gran arco de medio punto sobre el que se monta el piñón de la cubierta a dos aguas. Los cuerpos laterales están destinados a las distintas dependencias de la estación: cantina, oficinas, y otras estancias; mientras que el interior el cuerpo central corresponde a la gran sala de espera donde se abren los despachos de billetes, se colocan los anuncios, y deambulan los visitantes. Allí mismo se eleva el mural cerámico de Francisco Cañadas (Almería, 1928) que refleja el presente (primer término), pasado (plano intermedio) y futuro (convoy sobre el viaducto en el fondo) del ferrocarril en Almería, mediante escenas vinculadas a los viajeros y paisajes ferroviarios típicamente almerienses, todo ello adornado con piedras naturales y vidrios pintados en teselas irregulares para dar movilidad a la obra.
El conjunto arquitectónico se asienta a 8,28 metros sobre el nivel del mar, sobre una especie de plataforma con sus vías sobreelevadas que discurren en dirección al muelle y al cargadero. Esta elevación se debe a que había que evitar las periódicas crecidas de agua que subían por las ramblas que atraviesan la ciudad hacia el mar. 
El Plan de Modernización y equipamiento de estaciones llevado a cabo en 1988 (236 millones de pesetas, 179 de ellos destinados a tareas de restauración, modernización del pabellón central y equipamiento) consiguió restaurar casi seiscientos metros cuadrados de superficie en tres años, devolviendo parte de su belleza a una estación que se encontraba ya algo descuidada. En la nueva sala de espera (antigua «sala de primera clase») salieron a la luz extraordinarios artesonados cerámicos ocultos por un falso techo colocado para el espacio habilitado un tiempo como cantina. En la fachada principal, entre las ventanas de la segunda planta, se repite en los azulejos la «A» (de Almería), con el típico grafismo vascuence en txapela. 
La terminal es en sí misma un monumento de gran valor histórico, pese a lo cual no tiene la declaración de Bien de Interés Cultural (BIC) y solo es un edificio histórico catalogado. Fuera de servicio desde el año 2005, cuando se sustituyó por una moderna intermodal, sigue perteneciendo a los fondos patrimoniales del ente estatal. Abandonada durante décadas y tras repetidos desprendimientos de parte de su artesonado, por fin Adif ha anunciado que va a iniciar la rehabilitación y mejora de sus fachadas, con especial atención a la conservación de los elementos arquitectónicos que posee de gran valor histórico y monumental.