Encontramos nuestro vagón mientras un agudo silbido suena a lo lejos. De repente, un movimiento nos empuja y comienza el traqueteo inconfundible bajo nuestros pies, miramos a nuestro alrededor y el paisaje cobra vida. Entonces tomamos asiento porque nuestro viaje ha comenzado.
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17 mayo, 2014

EL TREN DE LA SIERRA

A mediados del siglo diecinueve el continente sudamericano contaba con dos líneas de ferrocarril dedicadas a la minería: la de Georgetown-Plaisance (de 8 km) en la Guayana Británica desde 1848 y la denominada El Callao-Lima (14 km) en Perú. El primer tren de pasajeros y carga en Sudamérica correspondía a esta última, que atravesaba oficialmente la puerta de la vieja muralla colonial de Lima el 17 de mayo de 1851.

El Ferrocarril Central de Perú que va de Lima a Huancayo es el tren más alto de América y el segundo más alto del mundo tras el del Tíbet. Una obra maestra de la ingeniería que se extiende a lo largo de 346 kilómetros y que, con una inclinación global de 4.5°, atraviesa sesenta y nueve túneles, cincuenta y ocho puentes y seis zigzags mientras los pasajeros surcan los increíbles paisajes del valle del Mantaro y la Cordillera de los Andes. 
La construcción del ferrocarril comenzó en el año 1870. La línea férrea fue proyectada por el ingeniero estadounidense Henry Meiggs hasta finales de la década. En agosto de 1875 la línea llegaba a Chicla, cerca de Matucana, a 142 kilómetros de El Callao. Allí se detuvo por un tiempo debido a la falta de financiación y a la guerra con Chile. Terminada la guerra, el país quedó arruinado y devastado. Hasta que en 1889 Perú firmó un contrato con el inglés Michael Grace mediante el cual éste se ocuparía de reparar y completar las líneas. Al año siguiente Grace constituyó en Londres la Peruvian Corporation que se hizo cargo de operar los ferrocarriles a partir de entonces. Así continuó bajo la supervisión del polaco Ernest Malinowski para ser finalmente terminada en 1893 tras vencer un sinnúmero de obstáculos. Malinowski propuso extender el ferrocarril Lima-El Callao hasta el valle de la provincia de Jauja. De las cuatro rutas posibles se eligió la de la quebrada del río Rimac, donde sigue su curso hasta Chinchán, atraviesa el túnel Galera y empieza a descender remontando el río Yauli hasta La Oroya. Mediante un acuerdo entre el gobierno y la Peruvian Corporation en 1907, esta compañía se hacía cargo de la construcción del tramo entre La Oroya y Huancayo ya iniciado en 1905 por el estado con una extensión de veinte kilómetros. Asimismo un ramal llega hasta Cerro de Pasco alargando la línea 132 kilómetros por el noroeste.
Se calcula que alrededor de diez mil hombres trabajaron en la construcción de la obra. Más de dos mil murieron a causa de enfermedad en el proceso y la construcción llegó a paralizar la economía de Perú. Una vez finalizada, los minerales y productos agrícolas, previamente traídos desde los Andes a lomos de mulas, podían ser vendidos de manera eficiente en los mercados mundiales a través de Lima y el puerto de El Callao. La presencia del ferrocarril en la zona central de Perú ha tenido una influencia decisiva para su desarrollo y progreso. De hecho, los datos del transporte de mercancías por este medio revelan el constante incremento de las toneladas de carga anual de productos en la región, principalmente minerales.
El punto de partida del ferrocarril se ubica en el Patio central, en El Callao, desde ahí sigue por la factoría Guadalupe y pasa por la estación de Monserrate donde el 1 de enero de 1870 se ponía la primera piedra. Después continúa hasta la estación de Desamparados, en pleno corazón de Lima. Este monumento histórico construido por el arquitecto Rafael Marquina en 1912 se encuentra muy cerca del actual Palacio de Gobierno. Nada más salir de esta bonita estación colonial, la locomotora diésel roja y amarilla llega a San Bartolomé y empieza un ascenso continuo durante 117 kilómetros con una pendiente de 3.3% a través del valle del río Rimac, rodeado de eucaliptos y maíz, hasta penetrar en campos repletos de girasoles. Aquí cruza el puente Carrión que fue construido en 1937 por la Cleveland Bridge Company. Con 218 metros de longitud y ochenta de altura es el más largo de la ruta. Este junto con el puente Infiernillo (de solo 60 metros de largo), se erigen como dos de las infraestructuras más destacadas del recorrido. En apenas 173 kilómetros desde el puerto de El Callao a nivel del mar y afrontando un gradiente de 4.3% se llega al túnel de Galera de una sola vía.
La estación ferroviaria de Ticlio, a 4829 metros de altitud, es la más elevada de todo el continente americano. La tercera más alta del continente también se encuentra en esta ruta: es la estación Galera, situada a 4781 msnm, muy próxima a la anterior. Estas son sólo superadas en altitud por cinco estaciones de la línea Xining-Golmud-Lhasa, en China, inauguradas en mayo del año 2006. Hasta entonces la estación de Ticlio había permanecido como la más alta del mundo durante 120 años.
Tras el paisaje montañoso de esta sección, es un alivio dejar los picos y tundra desértica de Jauja, y descender a través de las fértiles laderas del valle de Mantaro, uno de los más hermosos de todo los Andes. Desde aquí el tren bordea el río Mantaro hasta alcanzar La Oroya (3726 m) donde reside una explotación siderúrgica. En La Oroya, el tren cambia de rieles y de dirección. Nada crece alrededor de este paraje, centro de los pueblos mineros cercanos en el que aún se percibe el olor a azufre. Aquí se bifurca la línea hacia el Cerro de Pasco y Huancayo.
A pesar de su uso como tren de carga se trata de un transporte confortable. Durante seis horas escala paciente desde el nivel de mar en Lima hasta las altas cordilleras, rozando los cuatro mil metros. En el punto más alto del trayecto hay un 40% menos de oxígeno en el aire que en Lima, un mal de altura que los pasajeros podrán combatir con té de coca, bombonas de oxígeno e incluso con la ayuda de una enfermera. Cuando por fin el pasajero estira sus piernas para coger aire ha llegado a la estación de Ticlio, en pleno altiplano. Debido a la corriente de Humboldt la humedad y la lluvia se acumulan sobre las montañas mientras el clima es cálido y soleado en la costa. Podemos imaginar el océano Pacífico, no muy lejos del horizonte, desde la alta planicie poblada de vida salvaje que recorremos en dirección a Cerro de Pasco. 
Actualmente, el Tren de la Sierra es operado por la empresa peruana Ferrovías Central Andino (FCCA), que ha logrado mantenerla bajo estándares internacionales y cuenta con diversos proyectos para continuar con su modernización. Además, constituye una concurrida atracción turística, cuyos viajes se inician los viernes por la mañana y finalizan los domingos con un tren nocturno de regreso a la ciudad de Lima. El servicio del renovado tren turístico Lima-Huancayo dispone de coches de primera y segunda clase con asientos reclinables, calefacción, servicio de restaurante y guía en varios idiomas. 


Más información: https://www.ferrocarrilcentral.com.pe/fcca.html