El sur del continente africano dispone de una amplia red ferroviaria que presenta una variada gama en cuanto a trenes de vapor se refiere. El Blue Train o Tren Azul es el más conocido y galardonado de todos los trenes panorámicos que hoy en día atraviesan los bellos paisajes de Sudáfrica.
El ferrocarril apareció en Sudáfrica el 26 junio de 1860 cuando se inauguró el primer tren de vapor en la costa este, unía Durban con The Point y contaba con apenas tres kilometros de trayecto. En 1862 la línea entre Ciudad del Cabo y Eerste River, iniciada tres años antes, tan solo había avanzado 34 kilómetros ya que se encontraba bloqueada por las montañas de granito. Por aquel entonces África estaba aun poco poblada e industrializada y solo importaba lana, marfil y cuero a través de carreteras mediocres y exiguos servicios. No obstante, en 1867, entre algunos guijarros de río estaría el cambio que el país necesitaba: se descubrió el primer diamante en el norte del Orange River. Con el tiempo el inmenso campo diamantífero de Kimberley propició la creación de una ciudad y Sudáfrica entró progresivamente en la modernidad. Era el inicio de una auténtica vía férrea sobre los yacimientos de oro en la frontera del Transvaal y del Bechuanaland.
La puesta en marcha de un proyecto ferroviario que comunicara aquellos preciados territorios nació de la visión de Cecil Rodhes, primer ministro británico de 1890 a 1896 y dueño de la compañía De Beers (encargada de la explotación y monopolio del comercio mundial de los diamantes de Sudáfrica). Un trazado ferroviario que atravesaría las colonias británicas del sur al norte de África, de Ciudad del Cabo a El Cairo. Con esta intención fue inaugurada la línea entre Ciudad del Cabo y las minas de Kimberley que se prolongó luego hasta Johannesburgo. En 1905 llegaría a las cataratas Victoria atravesando un gran puente de 152 metros de largo que cruzaba el río y que, aun hoy, ofrece una asombrosa vista de la garganta de 108 metros por la que se precipita el río Zambeze.
El Blue Train a su paso por el río Zambeze |
El Tren Azul apareció por primera vez en el año 1923 con el nombre oficial de Union Limited o Union Express haciendo la ruta entre Johannesburgo y Ciudad del Cabo. Tras 10 años, sus vagones de madera fueron reemplazados por otros de acero equipados con aire acondicionado y pintados de azul. A partir de entonces para todos pasó a llamarse el Blue Train o Die Bloutrein en afrikáans. Nombre que no se haría oficial hasta 1946. A principios de los setenta se transformó en un nuevo tren completamente reinventando. Los dieciocho vagones zafiro del Blue Train eran arrastrados por tres locomotoras eléctricas, a la altura de Aar se pasaba a la tracción diésel. Tres veces por semana durante todo el año invitaba a sus afortunados pasajeros a retomar el gran sueño de alcanzar Pretoria desde Ciudad del Cabo y a la inversa. Fabulosos paisajes desfilaban detrás de las ventanillas ahumadas, los cuales podían ser igualmente contemplados desde la pantalla gigante del vagón-club que retransmitía en directo las instantáneas filmadas desde el techo del primer vagón.
En la actualidad la ruta del Tren Azul se realiza semanalmente. Un recorrido normal entre Pretoria y Ciudad del Cabo dura aproximadamente 27 horas tras dejar atrás 1.600 kilómetros de travesía. Una vez salimos de la estación Central en Pretoria atravesaremos los famosos campos dorados de Witwatesrand. El tren proseguirá su ruta hasta llegar a la mundialmente conocida ciudad de Kimberley, donde hará una parada para que los pasajeros puedan contemplar más de cerca las minas de diamantes. Desde allí el tren partirá directo al valle de Paarl, donde se producen los mejores vinos del país. Es entonces cuando encontramos otro paisaje incomparable: el de las enormes cumbres que rodean el río Hex. Unas montañas que adquieren un peculiar color púrpura tras el atardecer. Aquí, varios túneles fueron excavados en el entramado rocoso que bordea el río mientras la ruta prosigue hacia el sur, antes de llegar al árido desierto de Karoo. Empinadas laderas y montañas escarpadas nos acompañarán durante las últimas horas antes de alcanzar Ciudad del Cabo que surgirá tras divisar la singular silueta de la Table Mountain: una prominente montaña rocosa que destaca en el horizonte por su cima completamente plana y que es todo un símbolo del país.
vista nocturna de Ciudad del Cabo bajo la Table Mountain |
En sentido inverso, el Tren Azul ofrece la posibilidad de alargar la travesía y recorrer el norte de Sudáfrica con una última parada más allá de Pretoria hasta la frontera con Zimbabwe donde se podrán contemplar las cataratas Victoria, descubiertas por el explorador británico David Livingstone en 1855.
Interior del Blue Train |
Un auténtico hotel de cinco estrellas en forma de catorce elegantes cabinas rodantes que ofrecen a sus ochenta y dos pasajeros todo cuanto puedan precisar. Bañeras en las suites, tres aguas en los grifos, equipos de sonido y vídeo, climatización individual y una decoración exquisita para disfrutar a una velocidad máxima de noventa kilómetros por hora. Además cuenta con dos amplios salones, una sala de lectura y otra panorámica, sin olvidar el vagón-restaurante con cabida para cuarenta y dos comensales y una exquisita cocina que elabora una carta con hasta diez platos distintos en el menú del día.
Más información: http://www.bluetrain.co.za