El tren expreso nocturno Calais-Mediterranée Express empezó a funcionar a finales de la década de 1920 para comunicar la fría y nublada ciudad de París con la cálida Costa Azul francesa. Con la línea se estrenaba un nuevo concepto de viaje temporal con motivo de las vacaciones estivales. Adquirió tanta popularidad que Ághata Christie escribió una novela ambientada en el mismo en 1928 e incluso el Ballet Ruso lo utilizó para una de sus obras.
Ninguno de los grandes expresos europeos tuvo nunca el prestigio y la elegancia de aquel tren cuyo nombre evocaba los despejados cielos de la Costa Azul. Pocos podían esperar que aquel olvidado litoral de pescadores que se extendía de Marsella a Menton iba a convertirse en emblema de lujo y distinción. Los ingleses adinerados fueron los primeros en llegar, ellos se instalarían en aquel paraje desde 1840 para disfrutar de su suave clima invernal. En poco tiempo, el tren que los transpotaba rectificaba itinerarios y ratificaba líneas a fin de contentar a su exquisita clientela. El Calais-Niza-Roma Express comenzó a funcionar en 1883 y fue el primero en unir Inglaterra con Italia por la Riviera. Seis años más tarde se desdoblaba en dos: el Calais-Roma, y el Calais-Mediterráneo-Express. Este último recibió el sobrenombre de Train Bleu. Pero no fue hasta 1922 cuando el tren pudo por fin hacer honor a su nombre pues pasó de tener coches de teca barnizada a lucirlos de acero pulido y satinado. Eran los primeros vagones cama tipo "S" que fabricaba la inglesa Leeds Forge, y que fueron, como no podía ser de otro modo, pintados de azul con ribetes de oro. Aun así hubo que esperar hasta 1949 para poder ver el nombre de Train Bleu en los horarios oficiales. Entre las muchas innovaciones que presentó (empezando por los citados vagones de acero, que redujeron su peso cuatro toneladas y eran más seguros y cómodos), destacaban el primer compartimiento para pasajeros que viajaban solos llamado single, la suspensión sobre 40 resortes, la iluminación eléctrica, o los pasillos forrados de caoba. Sólo había un inconveniente: el tren únicamente estaba en servicio de noviembre a mayo. Pero sus asiduos viajeros, que ya habían hecho de la Costa Azul su lugar de vacaciones, no estaban dispuestos a tolerar esto. Con la remodelación de 1929, el flamante Tren Azul dispuso de nuevas locomotoras Moutain que reemplazaban a las antiguas Pacific, lo que permitió acortar el trayecto entre Paris y Niza dejándolo en quince horas y cuarenta y cinco minutos en lugar de las diecisiete horas anteriores. La línea se puso por tanto en servicio todo el año, a diario, en ambos sentidos, lo que llevó a la Compañía a lanzar una importante campaña promocional. Comenzaban así las primeras vacaciones publicitadas como una necesidad puramente social.
El servicio ferroviario ofrecía la posibilidad de una conexión previa desde la estación Victoria de Londres para llegar a Dover en coche-salón Pullman. Desde allí, los ingleses se desplazaban hasta Folkestone para cruzar el Canal de la Mancha, y tomar el Train Blue en Calais. Tres horas los separaban de la capital francesa. En la parisina estación de Lyon comenzaba el trayecto final: a primera hora de la tarde el Blue hacía sonar su silbato y las bielas despertaban estrepitosamente desplazándose por las vías. Sus próximas paradas eran Châlons, Dijon y Lyon antes de alcanzar la soleada Marsella a la mañana siguiente. Desde ese instante la línea circulaba paralelamente al mar en la mayor parte del recorrido por lo que ofrecía unas vistas magníficas. Sin la menor vacilación el Blue se dirigía hacia los grandes resorts de la Riviera francesa: Saint-Raphaël, Juan-les-Pins, Antibes, Cannes, Niza y Montecarlo, antes de llegar a su punto final, Menton, cerca de la frontera italiana.
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El artista Albert Benet recreó el ambiente de la época |
Con el tiempo el tren perdió competitividad, los vagones de lujo se mezclaron con otros que lo eran menos y que ya ni siquiera se pintaban de azul (a mediados de los años treinta se introducían los vagones de segunda y tercera para trasladar a la clase media trabajadora). Las literas hicieron acto de presencia, desapareció el vagón restaurante y sus lujosas viandas e incluso poco después hasta el coche cama se volvió... ¡rojo!. A partir de 1938 la recién nacionalizada Compañía Francesa de Ferrocarriles, SNFC, equiparaba el servicio del Tren Azul al de un expreso nocturno ordinario.

No sería hasta 1976 cuando este mítico tren abandonara su ruta definitivamente. Un año después se celebraba en Mónaco una exposición de vagones de la Compañía para su posterior subasta. Dos de estos vagones de la serie LX10 del Train Blue fueron adquiridos por James B. Sherwood para la empresa Sea Containers Ltd. convirtiéndose en los primeros que tomó el Venice Simplon-Orient Express para emprender sus viajes.
En la actualidad, los TER (Trenes Expresos Regionales) realizan rápidas conexiones a lo largo de la costa francesa entre las principales ciudades desde Cannes a Vintimiglia. Incluso a ciertas horas del día hay un servicio cada 30 minutos. En verano, la operadora francesa SNCF provee a los pasajeros de la Carta Isabelle que permite hacer un número ilimitado de viajes en cualquier tren en un mismo día en asientos de primera o segunda clase, con salidas de Théoule-sur-Mer y llegadas a Vintimiglia y desde Niza a Tende.
Más información: http://www.ter-sncf.com/