Encontramos nuestro vagón mientras un agudo silbido suena a lo lejos. De repente, un movimiento nos empuja y comienza el traqueteo inconfundible bajo nuestros pies, miramos a nuestro alrededor y el paisaje cobra vida. Entonces tomamos asiento porque nuestro viaje ha comenzado.
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20 septiembre, 2014

EL INDIAN PACIFIC

Considerado todo un clásico del transporte ferroviario australiano, este transcontinental toma su nombre de los dos océanos que bañan las costas que une en una ruta de más de cuatro mil kilómetros por la que discurre la recta ferroviaria más larga del mundo. Un viaje que, a lo largo de sus cuarenta años de vida, ha acogido a tres millones de pasajeros procedentes de todo el mundo.

Las primeras líneas férreas que osaban atravesar el vasto continente australiano empezaron a levantarse en 1849 en tres anchos de vía diferentes. En aquellos tiempos el transporte ferroviario crecía lenta y desordenadamente. En concreto, el primer trayecto que debía cruzar el continente de costa a costa se proyectó a finales de siglo, en respuesta a la petición de la colonia de Western Australia como condición para unirse a la federación de colonias australianas. Y es que hasta entonces, los habitantes del oeste se sentían aislados de la costa este que estaba bastante más poblada y desarrollada. Así, los inicios del actual Indian Pacific se remontan a 1917 aunque el primer viaje ininterrumpido que partió de la estación central de Sydney no tendría lugar hasta febrero de 1970, llegando a Perth cinco días después ante una multitud de diez mil personas. Un moderno Indian Pacific en el que quedaban muy lejos las molestias que afrontaban los primeros viajeros que se aventuraban a embarcar en este transporte llamado por aquel entonces Transcontinental Express. Entre ellas, cambiar varias veces de tren debido a los diferentes anchos de vía con los que se habían construido los distintos tramos. Algo que se solventó con la inauguración de la actual línea que acortó tiempos y distancias. Un proyecto de gran envergadura simbolizado en el logotipo que lucen los vagones por un águila majestuosa con alas extendidas, una reproducción del mismo ave que sobrevuela los interminables paisajes que este tren atraviesa a su paso. Hoy, tanto el Indian Pacific como su compatriota el Ghan usan vagones de acero inoxidable construidos por la compañía americana Budd desde que empezaron a rodar regularmente en 1973. Actualmente, el ferrocarril Indian Pacific lleva a más de 145 pasajeros desde Perth (en la costa del Índico) a Sydney (en el Pacífico), vía Adelaide. El trayecto completo de 4352 kilómetros se prolonga aproximadamente sesenta y cinco horas, unas diez menos que durante su recorrido original.

El Indian Pacific deja la estación central de Sydney al atardecer y se abre camino a través del área suburbana de la capital australiana. Mientras cae la noche el tren escala las Blue Mountains a su paso por el Katoomba a una velocidad de crucero de 85 kilómetros por hora. A la mañana siguiente el viajero se encuentra sumergido en pleno Outback (área central del país) mientras se aproxima a Broken Hill, una antigua ciudad minera conocida como la Ciudad de la Plata, situada en medio de inconfundibles paisajes desérticos y un oasis de lagos. Se llega a Adelaide por la tarde, donde los pasajeros pueden continuar su viaje hasta el final o hacer una pausa de varios días. Desde ahí el tren se encamina hasta las yermas llanuras de Nullarbor donde recorre la recta ferroviaria más larga del mundo, conocida como The Long Straight, de 478 km de longitud. Una breve parada en Cook permitirá visitar esta ciudad, justo en mitad de ninguna parte. Los primeros eucaliptos anuncian la salida de la desierta planicie e invitan a observar a los tímidos koalas. Tras la cena, el tren para en la ciudad minera de Kalgoorlie durante tres horas y media; una vez retomadas las vías el viajero podrá avistar la apacible y moderna Perth después del desayuno. Esta soleada ciudad, ideal para los amantes de la playa, se encuentra más cerca de Singapur que de Sydney y es un importante punto de partida hacia Asia.

Este tren opera todo el año con una salida semanal en cada sentido (dos entre septiembre y octubre). El viaje puede hacerse indistintamente de Este a Oeste, completo o solo hasta Adelaide. La compañía Great Southern Rail, propietaria del Indian Pacific, ofrece varios paquetes de excursiones. Para los más golosos, el Choco-Latte Tour, visitando las mejores chocolaterías de Adelaide y las bodegas del Valle de Barossa. Para los intrépidos, una ruta en 4×4 desde Adelaide a Alice Springs, con visita obligada al mítico Uluru, el macizo rocoso que al atardecer se torna de un rojo intenso. 
El servicio Platinum cuenta con compartimentos espaciosos, servicio de habitaciones y una ducha completa. En el denominado Gold, los asientos compactos se transforman en camas por la noche. Ambas clases dan acceso al restaurante Queen Adelaide y al Outback Explorer Lounge, un club social donde los pasajeros pueden degustar delicias australianas como el entrecot de canguro a la parrilla o el pez barramundi, siempre maridados con buenos vinos australianos. Por último, el servicio Red ofrece sencillas camas e incluso asientos reclinables. El punto de encuentro aquí es el Red Gum Lounge y el Matilda Café, un restaurante informal de precios asequibles a base de comida sencilla. En cualquier caso, sea cual sea nuestro asiento en el tren sus amplios ventanales permiten disfrutar del paisaje del continente australiano a través de su inagotable variedad de flora y fauna, y experimentar en propia piel el legado de los pueblos aborígenes.


Más información: http://www.greatsouthernrail.com.au/site/indian_pacific.jsp