Los ferrocarriles han contribuido en buena medida al desarrollo de la Suiza moderna. Gracias a ellos, en el siglo XIX mejoró su competitividad industrial y permitió el inicio de un turismo floreciente. Los trenes facilitan el acceso a las montañas y promueven la movilidad de los suizos, de hecho, los Ferrocarriles Federales Suizos (FFS) transportan cada año a más de 306 millones de pasajeros por una red ferroviaria de más de 3.000 kilómetros.
En el año 1845, la primera estación de ferrocarriles suiza ya estaba terminada en Basilea, antes incluso de que se estrenara la primera línea helvética que contaba con setenta kilómetros de recorrido. Esta línea se inauguró dos años después, en 1847, y comunicaba la ciudad de Baden con Zúrich a través de treinta kilómetros de vías. Como dato curioso, en aquel entonces a estos trenes se los conocía como 'Spanischbrötli', nombre derivado de los panecillos frescos de hojaldre que transportaban procedentes de las panaderías de Baden para ser vendidos en Zúrich. Durante siete años ésta fue la única línea que funcionó en toda Suiza mientras otros países como Francia y Alemania contaban ya con varios miles de kilómetros de vías construidos. No obstante, hacia 1882 Suiza había logrado construir un total de 2.500 kilómetros de vías que conectaban todas las capitales con localidades más alejadas, además del famoso túnel de San Gotardo. Para entonces el Estado había descubierto la importancia del ferrocarril en el desarrollo económico del país de modo que lo nacionalizó en 1898. Pocos años después, en 1902, el primer tren construido bajo la dirección de los nuevos Ferrocarriles Federales Suizos (CFF) culminó en un momento histórico al realizar el primer recorrido que llegaba hasta la estación de la capital, Berna. Desde 1999 la CFF no pertenece a la administración federal sino que está dirigida por una empresa privada que es regulada cada cuatro años. Hoy en día, Suiza cuenta con uno de los servicios ferroviarios más fiables y puntuales del mundo, una amplia red ferroviaria con más de tres mil kilómetros de vías, por la que circulan tanto ferrocarriles estatales como privados, sumando un total de nueve mil trenes de pasajeros cada día.
Se dice que el mejor tren panorámico para recorrer el interior de Suiza sigue siendo el GoldenPass Classic, un tren de lujo cuyos vagones han sido inspirados en el diseño clásico del Golden Mountain Pullman Express de 1930, que a su vez se inspiró en el estilo del Orient Express.
Este tren conecta en una hora y cincuenta minutos la ciudad de
Montreux con Zweisimmen y en su interior dispone de amplias ventanas
panorámicas que se extienden desde el techo hasta los laterales. Además el tren
cuenta con un vagón-cava, una selecta bodega para degustar los mejores vinos
del país. La línea GoldenPass se encuentra operativa todo el año. Su trazado
conecta la ciudad de Montreaux con Lucerna, y asimismo atraviesa la Riviera del
Vaud y el Lago Ginebra para llegar a otras céntricas ciudades como Interlaken.
Se espera que en 2016 la línea se extienda hasta Zúrich e incluso alcance
Ginebra. Otra inolvidable ruta de la misma compañía es la que ofrece el Tren del Chocolate,
compuesto por lujosos vagones dorados inspirados en la Belle Epoque francesa de
principios del siglo XX. El recorrido de ocho horas se inicia en Montreaux y atraviesa la región alpina hasta la ciudad de Broc, donde se encuentra la fábrica de Cailler-Nestlé
que, fundada en 1819, es la marca de chocolate más antigua de toda Suiza.