Encontramos nuestro vagón mientras un agudo silbido suena a lo lejos. De repente, un movimiento nos empuja y comienza el traqueteo inconfundible bajo nuestros pies, miramos a nuestro alrededor y el paisaje cobra vida. Entonces tomamos asiento porque nuestro viaje ha comenzado.
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20 noviembre, 2012

EL EXPRESO DE ORIENTE

Si hay algo por lo que se caracterizaba un tren expreso era por ser el más rápido en su línea y por hacerlo, precisamente, en rutas de largo recorrido. Con menos paradas y un completo equipamiento, el expreso era capaz de ofrecer a sus viajeros algo que los otros trenes no tenían: un transporte eficiente y distinguido que, además, impregnaba de exotismo y de misterio la experiencia.

Nos situamos entre finales del siglo XIX y principios del XX. Locomotoras de vapor de escasa potencia, pesados coches de madera, vías de dudoso mantenimiento y países inexplorados que prometían toda clase de aventuras. Destino el este y sur de Europa.
El 4 de octubre de 1883 se estrenaba una exótica ruta de París a Constantinopla. El tren encargado de tal recorrido se hacía llamar Orient Express. Pero aquel no era realmente un expreso (su intención no era llegar el primero), y la línea no iba hasta Oriente, pues no lo haría hasta 1889. Salía dos veces por semana y proponía un insólito viaje: sus pasajeros debían ser solo hombres (era una ruta demasiado osada para mujeres) y se les pedía que llevasen su pistola, ¡por si había que hacer frente a lo inesperado! Poco importaban la caoba, los canapés de terciopelo azul, los sillones de oro repujado, la fina cristalería o los lenguados menières servidos en bandeja de plata, mientras fuera la locomotora resoplara desafiando a los lobos, a la inseguridad de los Balcanes, a las epidemias de cólera y a las tormentas de nieve, sin olvidar los crímenes y las intrigas de estado a las que aquel tren era capaz de hacer frente. Enseguida alcanzó el éxito y con el apoyo político, el Orient Express extendió su recorrido. En las primeras décadas del siglo XX era habitual verlo en las grandes estaciones suizas y austríacas en su ruta hasta Budapest y Atenas. En 1921 un cartel que recrea los paisajes del lejano Oriente anuncia las conexiones de Londres y París con Bucarest, Constantinopla y Atenas, es el Simplon-Orient-Express. En su período de máximo apogeo, la Compagnie Internationale des Wagons-Lits, creada por Georges Nagelmackers y gestora de estos famosos trenes, llegó a disponer de 4.000 vagones de lujo, de los que apenas 60 sobreviven hoy en día. Fue esta compañía la primera en introducir los coches cama y vagones restaurante en los trenes europeos, tal y como lo hiciera George Pullman en Estados Unidos. 
En 1930 el Expreso cruzó el Bósforo dando origen al Taurus-Express. Se llegaba a El Cairo, Teherán, Basora... y Bombay a fin de combinar el romanticismo oriental con el de los viajes de luna de miel. En su época dorada tres servicios cruzaban Europa: el Orient Express, el Simplon Orient Express, y el nuevo Arlberg Orient Express, con ruta París - Budapest pasando por Zúrich e Innsbruck, llegando hasta Bucarest o Atenas. Así, el famoso Orient Express no era realmente un solo tren, sino todo un conjunto de ellos. Fue entonces cuando adquirió la fama internacional que le obsequió con ilustres viajeros no solo pertenecientes a la aristocracia sino provenientes del mundo de la política o del espectáculo. 
Detalle del coche-cama
Si bien es cierto que se reanudaron los servicios tras las dos grandes guerras, en 1951 la frontera entre Bulgaria y Turquía fue cerrada, bloqueando el camino hasta Estambul. Esto provocó que en los años sesenta la compañía retirara su servicio de la ruta del Simplon hasta Calais, sustituyéndola por el Golden Arrow, un servicio ajeno a la línea Orient. En 1962 la compañía mantiene tan solo el Simplon Orient Express, que poco después fue reemplazado por el Direct Orient Express que ofrecía salidas diarias hacia Belgrado, para enlazar con Estambul y Atenas dos veces por semana. A partir de la década de los setenta, la Wagon-Lits decide limitarse a prestar servicio en los trenes, vendiendo o alquilando sus vagones a otras compañías europeas. 
Desde 1982, siete de los vagones que sobrevivieron a la época dorada de este mítico transporte se encuentran en uso. De ellos, cuatro han sido clasificados como patrimonio histórico. Los explota la Compagnie des Wagons-Lits (ahora como parte de una gran multinacional), puestos en servicio para viajes especiales dentro de Reino Unido bajo la marca «Brittish Pullman».
A su vez, la compañía participa de la leyenda en Europa bajo el sello «Venice Simplon Orient Express» (VSOE) que, con sus característicos coches azul oscuro, cubre la ruta entre Venecia y la capital británica pasando por París. El viaje, que se realiza durante los meses de marzo a noviembre, está pensado para llevar un máximo de 252 pasajeros en 17 vagones. En realidad, el recorrido consta de dos etapas: una primera que comienza en la estación Victoria (Londres) y llega hasta Calais por el Eurotúnel y otra segunda que se inicia en este punto para tomar un segundo tren que atraviesa Francia, Suiza, Liechtenstein, Austria y el noreste de Italia, antes de terminar en Venecia. Un total de 1.715 kilómetros donde se privilegia el confort y no la rapidez, pues tiene una duración de entre dos y ocho días. Actualmente la línea cuenta con diferentes combinaciones que incluyen enlaces a ciudades como Florencia, Viena, Roma, Praga, Budapest, Bucarest y Estambul.
En 2013, tras 130 años de historia, la compañía estrena una serie de nuevos viajes a Escandinavia. Con salida de Venecia, esta vez el Orient Express tomará rumbo norte para atravesar Austria, Suiza y Alemania antes de alcanzar Copenhague y, posteriormente, Estocolmo como destino final. 

Más información: http://www.orient-express.com