Nos situamos entre finales del siglo XIX y principios del
XX. Locomotoras de vapor de escasa potencia, pesados coches de madera, vías de
dudoso mantenimiento y países inexplorados que prometían toda clase de
aventuras. Destino el este y sur de Europa.
El 4 de octubre de 1883 se estrenaba
una exótica ruta de París a Constantinopla. El tren encargado de tal recorrido se hacía llamar Orient Express. Pero aquel no era realmente un
expreso (su intención no era llegar el primero), y la línea no iba hasta
Oriente, pues no lo haría hasta 1889. Salía dos veces por semana y proponía un
insólito viaje: sus pasajeros debían ser solo hombres (era una ruta demasiado
osada para mujeres) y se les pedía que llevasen su pistola, ¡por si había que
hacer frente a lo inesperado! Poco importaban la caoba, los canapés de
terciopelo azul, los sillones de oro repujado, la fina cristalería o los
lenguados menières servidos en bandeja de plata, mientras fuera la locomotora
resoplara desafiando a los lobos, a la inseguridad de los Balcanes, a las
epidemias de cólera y a las tormentas de nieve, sin olvidar los crímenes y las
intrigas de estado a las que aquel tren era capaz de hacer frente. Enseguida alcanzó el éxito y con el apoyo político, el Orient Express extendió su recorrido. En las
primeras décadas del siglo XX era habitual verlo en las grandes estaciones suizas y
austríacas en su ruta hasta Budapest y Atenas. En 1921 un cartel que recrea los
paisajes del lejano Oriente anuncia las conexiones de Londres y París con
Bucarest, Constantinopla y Atenas, es el Simplon-Orient-Express.
En su período de máximo apogeo, la Compagnie Internationale des Wagons-Lits,
creada por Georges Nagelmackers y gestora de estos famosos trenes, llegó a
disponer de 4.000 vagones de lujo, de los que apenas 60 sobreviven hoy en día.
Fue esta compañía la primera en introducir los coches cama y vagones restaurante en
los trenes europeos, tal y como lo hiciera George Pullman en Estados Unidos.
En 1930 el Expreso cruzó el
Bósforo dando origen al Taurus-Express. Se llegaba a El Cairo, Teherán, Basora... y Bombay a fin de combinar el
romanticismo oriental con el de los viajes de luna de miel. En su época
dorada tres servicios cruzaban Europa: el Orient Express, el Simplon Orient
Express, y el nuevo Arlberg Orient
Express, con ruta París - Budapest pasando por Zúrich e Innsbruck, llegando
hasta Bucarest o Atenas. Así, el famoso Orient
Express no era realmente un solo tren, sino todo un conjunto de ellos. Fue
entonces cuando adquirió la fama internacional que le obsequió con ilustres
viajeros no solo pertenecientes a la aristocracia sino provenientes del mundo
de la política o del espectáculo.
Detalle del coche-cama |
Si bien es cierto que se reanudaron los servicios tras las dos grandes guerras,
en 1951 la frontera entre Bulgaria y Turquía fue cerrada, bloqueando el camino
hasta Estambul. Esto provocó que en los años sesenta la compañía retirara su
servicio de la ruta del Simplon hasta Calais, sustituyéndola por el Golden Arrow, un servicio ajeno a la
línea Orient. En 1962 la compañía mantiene tan solo el Simplon Orient Express, que poco después fue reemplazado por el Direct Orient Express que ofrecía
salidas diarias hacia Belgrado, para enlazar con Estambul y Atenas dos veces
por semana. A partir de la década de los setenta, la Wagon-Lits decide
limitarse a prestar servicio en los trenes, vendiendo o alquilando sus vagones
a otras compañías europeas.
Desde 1982, siete de los vagones que sobrevivieron a la
época dorada de este mítico transporte se encuentran en uso. De ellos, cuatro
han sido clasificados como patrimonio histórico. Los explota la Compagnie des
Wagons-Lits (ahora como parte de una gran multinacional), puestos en servicio para
viajes especiales dentro de Reino Unido bajo la marca «Brittish Pullman».
A su vez, la compañía participa de la leyenda en Europa bajo
el sello «Venice Simplon Orient Express» (VSOE) que, con sus
característicos coches azul oscuro, cubre la ruta entre Venecia y la capital
británica pasando por París. El viaje, que se realiza durante los meses de
marzo a noviembre, está pensado para llevar un máximo de 252 pasajeros en 17
vagones. En realidad, el recorrido consta de dos etapas: una primera que
comienza en la estación Victoria (Londres) y llega hasta Calais por el Eurotúnel y
otra segunda que se inicia en este punto para tomar un segundo tren que atraviesa Francia,
Suiza, Liechtenstein, Austria y el noreste de Italia, antes de terminar en
Venecia. Un total de 1.715 kilómetros donde se privilegia el confort y no la rapidez,
pues tiene una duración de entre dos y ocho días. Actualmente la línea cuenta
con diferentes combinaciones que incluyen enlaces a ciudades como Florencia, Viena, Roma,
Praga, Budapest, Bucarest y Estambul.
En 2013, tras 130 años de historia, la compañía estrena una
serie de nuevos viajes a Escandinavia. Con salida de Venecia, esta vez el Orient Express tomará rumbo norte para
atravesar Austria, Suiza y Alemania antes de alcanzar Copenhague y,
posteriormente, Estocolmo como destino final.