Una de las atracciones turísticas más visitadas de Noruega es el viaje
en ferrocarril por el angosto valle de Flåm. Un recorrido cuyo trazado de ancho
vía normal es el más escarpado de toda Europa, y por el que han rodado locomotoras
de vapor, trenes diésel y eléctricos.
En 1909 las dos ciudades más importantes del país, Oslo y Bergen, quedaban conectadas por tren. No obstante, el acceso hasta el fiordo Sognefjord (el más largo del país) solo quedaría asegurado cuando en 1923 se empezaran las obras de la línea de Flåm. Una obra maestra de la ingeniería noruega que tardó 20 años en completarse debido a las dificultades de un trazado en el que los túneles fueron excavados a mano: solo dos de los veinte (los cuales tienen una dimensión total de 6 km), fueron excavados usando máquinas. Cada metro de túnel costó a los operarios el equivalente a un mes de duro trabajo. Asimismo, las empinadas montañas supusieron un tremendo desafío que se solventó con la construcción de túneles horquilla con el fin de igualar las grandes diferencias de altitud en la montaña (el gradiente es de 55/1000 en casi el 80% de la línea que utiliza un ancho de vía normal sin agarres mecánicos como usan otras líneas de alta montaña).
Además, el peligro de avalanchas y desprendimiento de rocas constituía también un serio problema. Para solventarlo la línea cruzaba el río y el valle tres veces durante el viaje, pero no lo hacía sobre puentes. En su lugar, el río pasaba a través de la montaña en túneles bajo la línea.
Localización y recorrido |
A pesar de que Noruega fue invadida en abril de 1940, los alemanes permitieron que la construcción de infraestructuras continuara, instalando los cinco kilómetros de vía que quedaban. Finalmente, el ferrocarril de Flåm fue puesto en marcha temporalmente con máquinas de vapor en agosto de 1940. La línea fue abierta para pasajeros un año después, con dos trenes en ambas direcciones que conectaban Myrdal con la línea de Bergen. La electrificación fue completada en 1944 igualmente por los alemanes siendo una de las primeras del país puesta en servicio. Entonces, el viaje duraba una hora y cuarto (en lugar de la hora actual) a una velocidad máxima de 40 km/h. Tres años después llegarían las locomotoras eléctricas y los primeros coches de aluminio haciendo que la era del vapor llegara a su fin.
El viaje comienza en la estación de Myrdal y transcurre desde los 866 metros sobre el nivel del mar, haciendo ocho paradas breves y pasando por veinte túneles (uno de los cuales efectúa un giro de 180 grados, es el Vatnahalsen; si bien el más largo es el túnel Nåli con más de 1.300 metros) y un puente hasta el pueblecito de Flåm (de apenas 500 habitantes), junto al fiordo Sognefjord. El tren no tiene los asientos numerados, no admite reservas, y tampoco tiene ventanas panorámicas pero esto no impide que por cuarenta dólares el viajero experimente la naturaleza noruega en todo su esplendor. Atravesará el valle de Flamsdalen con sus numerosos ríos de montaña y saltos de agua de hasta 140 metros, como la cascada de Rjoande. También podrá contemplar las cataratas de Kjos que caen sobre el lago Reinunga, y un poco más arriba el glaciar de Jostedal, el mayor de Europa, y la catarata de Voring, de 182 metros, que constituye el mayor salto de agua de Noruega.
Flåm, a 2 metros sobre el nivel del mar |
Los trenes son operados por los Ferrocarriles Nacionales de Noruega (NSB), mientras que la línea en sí es propiedad de la Administración Nacional de Ferrocarriles de Noruega. En la primera década del siglo XX esta línea de tan solo veinte kilómetros transportaba 22 mil pasajeros al año. Desde entonces la demanda no ha parado de crecer. Un nuevo récord de 582 mil pasajeros se registró en 2007 hasta llegar a los más de 635 mil de 2012. De otra parte, el tráfico de mercancías ha sido reducido al mínimo, ya que el incremento continuado de turistas de todo el mundo ha llevado a la línea a convertirse en la más popular de este país escandinavo.
Más información: http://www.visitflam.com/flam-railway/