Este mes de febrero se
celebra el centenario de una de las estaciones más famosas del mundo, la
estación central de Nueva York. Protagonista en incontables ocasiones, vivió su época
dorada allá por los cincuenta y atravesó tiempos difíciles en los setenta para,
finalmente, recuperar su identidad por todo lo alto e incluso desvelar algún
secreto escondido.
Primera estación de estilo victoriano, N.Y. 1871 |
En 1914 el escultor francés Jules-Alexis Coutan creó para el centro de la terminal un
enorme reloj de casi 15 metros de altura con un dial
de 4 metros de ancho. Es el mayor ejemplo de cristal Tiffany del mundo, guarecido por
las esculturas de Mercurio, Hércules y Minerva que desde entonces
presiden la fachada de la estación. Otro objeto bien conocido por sus visitantes
es el reloj de ópalo ubicado sobre la caseta de información en el centro del
vestíbulo principal. Un punto de referencia para innumerables citas que se ha
convertido en el icono de la estación.
Aunque tal vez algunos de sus más valiosos tesoros se
encuentran escondidos de la vista de todos. M42 es el nombre con el que se conoce
al sótano secreto que contiene los convertidores de corriente continua y
alterna que suministran electricidad a la estación. Durante la Segunda
Guerra Mundial, estas instalaciones se guardaron celosamente porque se temía un
sabotaje que impidiera el movimiento de las tropas. En otra zona restringida
permanece un viejo vagón de acero blindado: es el convoy personal del
presidente F. D. Roosevelt, el cual usaba para entrar y salir de la ciudad sin
ser descubierto.
Tras una inversión de 250 millones de dólares, la actual estación
neoyorquina luce en todo su esplendor. Las obras de restauración finalizadas en
1998 dejaron al descubierto el techo original del vestíbulo principal (de 38
metros de altura), decorado con motivos astronómicos. Se descubrió que no fue
la polución sino la nicotina la que mantenía oculto semejante fondo hoy día
iluminado con fibra óptica. Asimismo, se construyó una escalera en la zona
este, se convirtió la sala de espera en un centro de exposiciones y se
añadieron más de seis mil metros cuadrados de espacio comercial en la planta
baja. Un total de cien comercios, la mitad de ellos dedicados a la hostelería,
que ingresan unos 170 millones dólares al año, lo que lo convierte en el centro
comercial más rentable por metro cuadrado de todo el país.
Muchas de las oficinas y hoteles cercanos a la terminal
junto con las estaciones de metro adyacentes, están conectadas a Grand Central
por pasajes subterráneos repletos de tiendas creando una verdadera ciudad
dentro de la misma urbe, un centro de transporte integrado orientado al
tránsito de pasajeros. El complejo original incluía el hotel Comodore (ahora
hotel Grand Hyatt), y un edificio de oficinas (la torre Metlife actualmente), además
fue el motivo por el que el edificio Chrysler fue construido en el barrio. Incluso
la cadena CBS durante más de veinte años tuvo sus estudios sobre el vestíbulo
principal de la estación.
A mediados del siglo pasado cerca de 65 millones de
personas, (el 40% de la población americana), viajaba a través de Grand Central.
A partir de entonces los viajes en tren perdieron empuje debido a los subsidios
que el gobierno dedicaba a impulsar las autopistas y el tráfico aéreo entre
ciudades. Actualmente, su tránsito supera el medio millón de personas al día,
de los que una cuarta parte pone en circulación más de 600 trenes diarios. Aunque
los trenes Amtrak de largo recorrido no dejaron de llegar a Grand Central hasta
principios de los noventa, para entonces la reputación de la empresa Metro-North en cuanto
a puntualidad en servicios de cercanías había transformado el papel de la
terminal como centro clave del transporte urbano. Y es que esta compañía
ferroviaria creada en 1983 para consolidar las operaciones de las líneas que
discurrían en Grand Central se ha convertido en el servicio de cercanías de
ferrocarril más grande de los Estados Unidos.
Gran Central East Side access |
La estación Grand Central de Nueva York no solo es un moderno centro de transporte ferroviario sino que forma parte del documento histórico y social de la ciudad americana. Dentro de unos años, cuando la nueva estación ferroviaria de Long Island se inaugure, bajo los niveles existentes, la estación Grand Central dispondrá de un total de 75 vías y 48 andenes. Hasta entonces, esta terminal neoyorquina seguirá acogiendo a viajeros y visitantes dispuesta a cumplir otra centuria.
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