Encontramos nuestro vagón mientras un agudo silbido suena a lo lejos. De repente, un movimiento nos empuja y comienza el traqueteo inconfundible bajo nuestros pies, miramos a nuestro alrededor y el paisaje cobra vida. Entonces tomamos asiento porque nuestro viaje ha comenzado.
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07 abril, 2013

EL CHEPE

Con más de 50 años de tradición el peculiar tren Chihuahua-Pacífico, mejor conocido como el Chepe por la abreviatura de sus iniciales (CH-P), es único en su género. Desde el estado de Chihuahua hasta Sinaloa recorre la Sierra Tarahumara pasando por los bellos paisajes de las Barrancas del Cobre, el complejo geológico más importante de México.

Como todos los días del año el Chepe inicia su recorrido a las 6 de la mañana para llegar 15 horas y media más tarde a su destino. Este servicio realiza 15 paradas oficiales si bien puede llegar a parar hasta en 57 estaciones (siete de ellas turísticas). A una velocidad promedio de treinta y cinco kilómetros al Chepe le gusta correr como a los indígenas rarámuris (“los de pies ligeros”), con sus vagones verde oscuro que se confunden en el paisaje sino fuera por esa prominente máquina color carmesí. Es el tren más antiguo de México y el único de pasajeros en el país si exceptuamos al tren turístico Tequila Express, en Jalisco (que opera desde 1997 y recorre 40 kilómetros de Guadalajara a Amatitan). En 2005, el Chepe recibió el reconocimiento que lo acredita como uno de los diez recorridos en tren más espectaculares del mundo, algo que secundan los 300 mil viajeros que lo cogen cada año. 
Partiendo de la ciudad de Chihuahua (la capital del estado más grande de México), este ferrocarril se conduce por Cuauhtémoc (a 2.100 metros sobre el nivel del mar), hogar de la comunidad menonita más grande del mundo; prosigue por Creel, principal poblado de la Sierra Tarahumara, donde se pueden contemplar la Cascada de Basaseachi (una de las más altas de México, con más de 246 metros) y el templo de Cusararé, además de hermosos valles y lagos de aguas termales que atestiguan la vida de la cultura rarámuri. La ruta continua hasta Divisadero, a 2.400 metros de altitud, una parada de veinte minutos en la que podremos avistar las famosas Barrancas del Cobre, una extensión de cañones cuatro veces más grande que el Cañón del Colorado, accesible desde el teleférico del Parque adyacente (inaugurado en 2010) que recorre una distancia de 2.8 kilómetros a una altura de 400 metros. Además, cuenta con importantes asentamientos de comunidades  tarahumaras, comida regional y venta de artesanías. Cuatro kilómetros al suroeste el ferrocarril para en Posada Barrancas, la cual ofrece una espléndida vista del grandioso paraje natural. La estación Bauichivo / Cerocahui es el punto de partida para visitar el Cañón de Urique (el mayor de la ruta, 1.879 metros), a unos 45 minutos de Cerocahui. La estación Temoris (1.400 metros) es la última parada en Chihuahua y donde se concentran los mejores paisajes del recorrido: cascadas, barrancos, 37 puentes, 86 túneles y hasta los tres niveles de vía que conforman el trazado de este ferrocarril (comenzando en el nivel del río, a unos 20 metros, se suben 80 metros hasta llegar a un tercer nivel a 200 en un lapso de cinco minutos). Allí mismo encontramos toda una obra de la ingeniería: el Túnel de la Pera, en el que se entra del lado derecho de la montaña y se sale del lado izquierdo.
La siguiente parada será en el estado de Sinaloa y corresponde a El Fuerte, importante centro minero en el siglo pasado ahora cuenta con atractivas construcciones coloniales convertidas en hoteles. Finalmente, el Chepe llega a Los Mochis (a 200 metros de altitud), una próspera ciudad con rica gastronomía marítima. Aquí, el visitante no puede dejar de recorrer la Bahía Topolabampo, un reconocido santuario de delfines. Una ruta económica atraviesa los mismos puntos turísticos añadiendo entre ellos siete poblados más. Un recorrido de 653 kilómetros en el que los 64 pasajeros de cada uno de los recién renovados vagones cuentan con cómodos asientos reclinables, zona de comedor con menú a la carta (en primera) o snack bar (en clase económica), aire acondicionado y calefacción.
La historia de este ferrocarril abarca casi un siglo. Todo comenzó en 1861 con la llegada a México del ingeniero norteamericano Albert Kinsey para trabajar en una empresa ferroviaria. Tras recorrer la zona y pasar algún tiempo convenciendo a las autoridades de la importancia de una ruta comercial ferroviaria, obtuvo una concesión para la construcción de un ferrocarril entre el Golfo de México y el Océano Pacífico. Más tarde, el norteamericano F. Higgins también conseguiría trazar una línea de Chihuahua hacia el Pacífico. Esta compañía llamada “Chihuahua al Pacífico” construyó 194 kilómetros de vía en este estado, si bien no fue hasta principios del siglo XX cuando la compañía norteamericana Kansas City, México y Oriente extendió los 88 kilómetros que faltaban para llegar a Sinaloa. En 1940 el Gobierno Mexicano adquirió los derechos del Ferrocarril Kansas City, México and Oriente Railroad Co., y en 1952 tomó posesión de la línea explotada por The Mexican Northewestern Railay Co., formándose de este modo en 1955 con la fusión de estas dos empresas una nueva llamada Ferrocarril Chihuahua al Pacífico, SA de CV. El tramo final y más complejo de 258 kilómetros entre la estación Creel en Chihuahua y Heriberto Valdez (San Pedro) en Sinaloa, que cruza el macizo de la Sierra Madre Occidental, fue concluido por parte del Gobierno Federal e inaugurado en noviembre de 1961. En 1987 por Decreto Presidencial el Ferrocarril Chihuahua al Pacífico pasa a formar parte del sistema ferroviario nacional llamado Ferrocarriles Nacionales de México. Diez años después el Chepe pasa a manos privadas cambiando el nombre de la compañía por el de Ferrocarril Mexicano (Ferromex).  
Para mejorar las conexiones ferroviarias en México el presidente Peña Nieto ha anunciado la construcción de tres nuevas líneas dedicadas al transporte de pasajeros: México-Toluca, México-Querétaro y el Tren Transpeninsular en la península de Yucatán. Un plan que se podría poner en marcha a partir del próximo año, pues se espera que durante 2013 el Gobierno federal elabore los proyectos ejecutivos y lance la licitación correspondiente. Sin embargo, para desarrollar trenes de pasajeros en México es importante considerar dos aspectos: de una parte, el uso del derecho de vía (unos veinte mil kilómetros) con los actuales concesionarios está centrado únicamente en el transporte de carga y tiene una vigencia de cincuenta años; de otra, el Gobierno necesita contar con grandes recursos y subsidios para poder sustentar este medio. Así las cosas, por el momento, para viajar en ferrocarril los mexicanos tendrán que seguir prolongando un recuerdo de hace veinte años, cuando se podían trasladar de manera cómoda y barata por todo el territorio nacional.