Un día como hoy hace 144 años, alrededor del mediodía, en un rincón
perdido de Utah llamado Promontory Point finalizaba uno de los episodios más
célebres de toda la historia del ferrocarril: la locomotora de la compañía Central Pacific se encontraba finalmente
con la de la Union Pacific para dar comienzo a una nueva era y acabar al fin con los convoyes de carretas y las insalubres vías marítimas como único acceso
a las tierras vírgenes del oeste americano. Se ponía así la última traviesa y se hundía la ultima laña, esta vez de oro conmemorativa. A partir de ahora para lanzarse a la conquista del oeste bastaría con comprar un billete de tren.
En realidad, la aventura había comenzado siete años antes, cuando el presidente Lincoln
firmaba la ley federal que autorizaba a dos compañías
ferroviarias la construcción de una vía transcontinental: en el este, la Union
Pacific saldría de Omaha; en el oeste, la Central Pacific se dirigiría
a Sacramento. Aunque los inicios fueron lentos a causa de la inexperiencia en
el uso de explosivos y la escasez de mano de obra, en 1867 el avance
fue tan prodigioso que para acabar las obras y levantar los 2.800 kilómetros
restantes se requirieron tan solo dos años.
Con los años el trazado de la línea transcontinetal se ha ido modificando. En Promontory Point hace tiempo que ya no hay ciudad y, desde 1903, ni tan
siquiera pasa el tren. Sin embargo, el
recorrido de aquellos pioneros se ha seguido realizando, y con ello manteniendo vivo el mito de la conquista
del oeste: se trata del California Zephyr, un tren al que están muy apegados
los americanos y que actualmente explota la red ferroviaria Amtrak.
Este tren parte de Chicago con dirección oeste y 3.923 kilómetros por delante. Dos días y
medio, 52 horas, atravesando formidables paisajes a través de siete estados: Chicago, Iowa, Nebraska, Colorado, Utah, Nevada y California. Tras su salida y recorrer los primeros 69 kilómetros el tren cruza el río Mississippi, la mayor vía navegable de los
Estados Unidos, para entrar en Iowa, un estado que se cruza de noche. A continuación, el tren para en Omaha, la ciudad más grande de Nebraska, y 87 kilómetros más tarde se detiene en Lincoln, la capital del
estado. Circulando a través de las altas llanuras del este de Colorado, el viajero pasa de los imperceptibles 183 metros sobre el nivel del mar de Chicago
a los 1.675 del estado de Denver. En ese instante, el control del transporte (vías y personal) pasa a manos de la compañía Southern Pacific. Al oeste de Tabernash, el tren accede al Parque
Nacional de las Montañas Rocosas, donde se encuentra con el río Colorado. Desde
allí, continúa hacia el oeste a través del desierto de Utah. Es justo
medianoche cuando rodea la orilla del Gran Lago Salado para circular por el
desierto de Nevada. Aquí realiza dos paradas: una en Reno y otra en Las Vegas,
la ciudad del juego. Poco después el viaje finaliza en la ciudad de Emeryville,
California.
El Zephyr fue ideado por la compañía Burlington que lo
lanzó en 1934 como tren turístico. En su viaje inaugural de Denver a Chicago
logró recorrer 1.633 kilómetros sin paradas en 13 horas y 5 minutos con una
velocidad promedio de 124 km/h. Incluso en un tramo llegó a los 181 km/h, tan
solo 5 km/h por debajo del récord mundial de velocidad para trenes de aquella
época. Este recorrido histórico inspiró dos películas y le valió el nombre de Silver Streak (marca de plata).
California Zephyr |
Era el primer tren americano con motores diésel y con un
aspecto inaudito: liso, aerodinámico, parecía directamente sacado de un cómic,
totalmente plateado, de acero inoxidable. Y al diseño innovador se añadía un
nuevo concepto de viaje en tren. En 1936 aparecía a bordo un flamante servicio de "azafatas", las cuales eran capaces de atraer a una clientela
familiar. Se dispuso una cúpula de vidrio encima del techo del tren para
ofrecer a los pasajeros el espectáculo de un viaje panorámico: la cúpula se convertía
así en su distintivo. Además, se ofrecía la comodidad de los vagones Pullman,
aire acondicionado en todas las clases y una cuidada restauración. En mayo de
1949 se remodeló para combinar el exterior plateado de sus cuatro coches cama
con cinco cúpulas panorámicas, el amable batallón de azafatas y todo tipo de
innovaciones prácticas, como la instalación de duchas en las cabinas. Todo ello
en una ruta rigurosamente planificada. El tren atravesaba las sombrías
extensiones de las llanuras o del desierto de Nevada durante la noche de manera
que, al amanecer, las Rocosas o el Feather River aparecieran en todo su
esplendor. Permaneció en servicio 20 años y 2 días, pero le resultó imposible
resistir la competencia de los autobuses y los aviones. Finalmente, fue donado
al Museo de Ciencias e Industria de Chicago donde permanece como parte de la
exposición de aerodinámica.
Superliner Amtrak |
En la década de los ochenta comenzaba la era Amtrak con un
estilo revisado y algo aligerado pero que cumplía todos los requisitos. No
obstante, los incondicionales del viejo Zephyr nunca se recuperaron del cambio.
Los cómodos vagones de dos pisos del Superliner Amtrak sustituyeron a las
bellas cúpulas acristaladas de los antiguos coches, y la hamburguesa congelada
se impuso a la excelente trucha que se solía servir antaño. A pesar de todo, la
travesía hacia el oeste americano continúa inalterable para alcanzar el ansiado sueño al final del recorrido.
Más información:
http://www.californiazephyr.org/
http://www.amtrak.com/california-zephyr-train