Levantada a finales del siglo XIX, entre los años 1886 y 1887, la estación de Rossio fue inaugurada el 23 de noviembre de 1890, durante la edad de oro del ferrocarril. Su construcción supuso un importante avance para la ciudad de Lisboa que lograba situarse, a principios del siglo XX, a la altura de las grandes capitales europeas. El proyecto fue llevado a cabo por la Companhia Real dos Caminhos de Ferro Portugueses con la colaboración de una compañía belga, e incluía el diseño y construcción de la estación, un túnel ferroviario de 2,6 kilómetros de largo (la mayor obra de ingeniería realizada durante todo el siglo XIX en Portugal), una conexión con la estación de autobuses y un hotel: el Hotel Palace de Lisboa.
Entrada principal |
La terminal, situada entre la Plaza de los Restauradores y
la Plaza de Rossio (antiguamente conocida como Plaza de Pedro IV), posee una
característica fachada obra del arquitecto luso José Luis Monteiro, quien
fundara así un nuevo estilo, el neomanuelino, inspirado en el estilo manuelino
original tan difundido en la arquitectura portuguesa del siglo XVI. Una exuberante
decoración en la que destacan las dos grandes puertas con forma de herradura que
suscriben la entrada principal, sobre cuyos marcos con decoración vegetal puede
leerse la inscripción “estación” en el lado izquierdo y el “central” en el
derecho. Nueve arcos rematan las ventanas de la primera planta junto con finas
detalle de la fachada |
molduras en las ventanas, para, finalmente, encontrar la cuadrada torre con
reloj que corona la parte superior del edificio. Entre ambas puertas se
encuentra la figura dedicada al rey-niño Sebastián, obra del artista Simoes de
Almeida, un recuerdo que se completa con los bellos azulejos del interior dedicados también a la vida de este rey, el último, antes de que Portugal
perdiera su independencia en 1580. Pero no es el único homenaje ilustre. Si nos fijamos
bien, en las ventanas centrales reposan dos medallones que representan las
figuras de Stephenson, el inventor del ferrocarril, y Fontes Pereira Melo, el
personaje que introdujo este medio de transporte en Portugal.
andenes bajo la cubierta |
Como casi todas las estaciones, la terminal central de Lisboa ha
pasado por importantes mejoras que la han mantenido inoperativa durante
cierto tiempo. Una de las más importantes fue la llevada a cabo en 1956, cuando
la electrificación de la línea ferroviaria permitió acabar con los incómodos
problemas de humo producidos en el interior del túnel. A finales de esa misma
década siguieron las obras de ampliación y rehabilitación, si bien no fue hasta
1996 cuando se incorporó el nuevo acceso a la estación de metro situada en
la Plaza de los Restauradores y se ampliaron las zonas de aparcamiento. Recientemente,
entre 2004 y 2008, se modernizó el túnel subterráneo y, por último, en 2006, se
limpió y restauró la fachada que ahora luce en todo su esplendor.
vista nocturna de la Estación Central de Lisboa |
Por su singular belleza y por su envidiable posición
estratégica en pleno centro de Lisboa, la estación de Rossio ha sido y sigue
siendo un punto de encuentro imprescindible para todos aquellos que hoy se
acercan a conocer la ciudad. Símbolo indiscutible de la capital portuguesa es además uno de los lugares más retratados del mundo entero, algo que ya fue reconocido en 1971
cuando se catalogó como Monumento de Interés Artístico Nacional.
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