Uno de los servicios ferroviarios que operan en el estado más occidental de Estados Unidos, es la ruta del White Pass & Yukon que ya vimos en este blog, el otro consiste en un viaje que sigue el recorrido de los salmones a través de bosques de abetos y abedules.
El Ferrocarril de Alaska (AAR, ARR) se extiende desde las ciudades de Seward y Whittier, en el sur, hasta Fairbanks, en el interior del estado. Este medio de transporte dispone de una línea principal con una longitud de más de 760 kilómetros de largo si bien en total sobrepasa los 800, incluyendo ramales y apartaderos. Desde 1985 este servicio es propiedad del estado y está conectado a la Interestatal 48 a través de tres barcazas de ferrocarril que navegan en el puerto Whittiery en la Isla Harbor, en Seattle.
Todo comenzó en 1903, cuando la Alaska Central Railroad iniciaba la construcción de una línea ferroviaria que partía de Seward, en la costa sur de la península de Kenai, en Alaska. Seis años después había levantado ochenta y dos kilómetros de vías y puesto en marcha el servicio comercial para pasajeros, carga y correo. Aunque a partir de ese punto, las mercancías eran transportadas en barco. En 1909, la Alaska Northern Railroad Company compraba la línea del ferrocarril y la prolongaba treinta y cuatro kilómetros hacia el norte. En su extremo final, la carga era trasladada a través del ramal de Turnagain en pequeñas embarcaciones. De este modo el ferrocarril del Norte de Alaska entraba oficialmente en funcionamiento en 1914. Su coste ascendió a 35 millones de dólares.
La de Alaska es una línea moderna que conecta Seward, en el golfo, con Fairbanks, la segunda ciudad más grande del estado. Es famosa por sus vagones de dos niveles con techo acristalado (los más largos que se encuentran operativos) y un excelente servicio. No obstante, hay que tener en cuenta que no se puede acceder a ella desde ninguna de las vías férreas norteamericanas: ni Amtrak ni VIA Rail llegan hasta este estado. Por este motivo sus más de quinientos mil pasajeros planean cada año tomar este medio a partir de enlaces por carretera o más comúnmente mediante cruceros.
El ferrocarril que bordea la costa desafía la naturaleza salvaje entre Anchorage (la ciudad más poblada del país) y Seward. En su recorrido por el ramal de Turnagain permite contemplar extensos glaciares desde las vías para más tarde atravesar las cumbres nevadas de la cordillera de Chugach e introducirse a través de exuberantes bosques de abedules. Este tren viaja hasta la costa de Resurection Bay para alcanzar el Parque Nacional de los Fiordos de Kenai, un lugar idóneo para avistar ballenas, practicar kayaking, pescar y montar en trineos tirados por perros. El recorrido comienza en Seward, el término más meridional de la línea. Desde allí inicia rápidamente su ascenso a través de los bosques de Sitka. Tras cruzar el río Snowy aparece el lago Kenai, una extensión de azul intenso rodeada de altas montañas. Cuarenta y ocho kilómetros más tarde el camino lleva a través del Paso Moose, un antiguo campamento ferroviario en las orillas del lago Trail. A medida que las vías ascienden por las montañas Kenai dejan atrás los bosques y revelan prados y riachuelos provenientes de los glaciales. El glaciar Trail aparece a la derecha y un poco después la cumbre de Grandview, a solo trescientos metros, junto a una serie de rampas construidas para manejar la fuerte pendiente en la época de las máquinas de vapor. En el mismo tramo, el glaciar Bartlett deslumbra a escasos docientos cuarenta metros de distancia.
El ferrocarril que bordea la costa desafía la naturaleza salvaje entre Anchorage (la ciudad más poblada del país) y Seward. En su recorrido por el ramal de Turnagain permite contemplar extensos glaciares desde las vías para más tarde atravesar las cumbres nevadas de la cordillera de Chugach e introducirse a través de exuberantes bosques de abedules. Este tren viaja hasta la costa de Resurection Bay para alcanzar el Parque Nacional de los Fiordos de Kenai, un lugar idóneo para avistar ballenas, practicar kayaking, pescar y montar en trineos tirados por perros. El recorrido comienza en Seward, el término más meridional de la línea. Desde allí inicia rápidamente su ascenso a través de los bosques de Sitka. Tras cruzar el río Snowy aparece el lago Kenai, una extensión de azul intenso rodeada de altas montañas. Cuarenta y ocho kilómetros más tarde el camino lleva a través del Paso Moose, un antiguo campamento ferroviario en las orillas del lago Trail. A medida que las vías ascienden por las montañas Kenai dejan atrás los bosques y revelan prados y riachuelos provenientes de los glaciales. El glaciar Trail aparece a la derecha y un poco después la cumbre de Grandview, a solo trescientos metros, junto a una serie de rampas construidas para manejar la fuerte pendiente en la época de las máquinas de vapor. En el mismo tramo, el glaciar Bartlett deslumbra a escasos docientos cuarenta metros de distancia.
Tras pasar por una serie de cortos túneles el trayecto desciende hasta el valle del río Placer cerca del glaciar Spencer. Alces, osos y lobos pueblan el valle entre bosques de sauces y alisos. Diecinueve kilómetros más adelante el tren toma el ramal de Turnagain, donde mareas de doce metros se precipitan entre los estrechos límites de las montañas de Chugach. Aquí las ballenas beluga persiguen al salmón y otros peces para alimentarse. A continuación llegamos a Girdwood, donde se encuentra la estación de esquí más importante de Alaska, situada a sesenta y cuatro kilómetros de Anchorage. El Bosque Nacional de Chugach bordea la vía de Turnagain y ocupa más de dos mil cuatrocientas hectáreas (el segundo mayor en extensión del país), el cual acoge una numerosa fauna salvaje entre la que se incluye el águila calva. Anchorage es la última parada, tras completar los 183 kilómetros que la separan de Seward.
El Denali Star es el tren abanderado de la compañía. Conecta Anchorage con Fairbanks y efectúa paradas en Wasilla, Talkeetna y el Parque Nacional Denali, donde se eleva el pico más alto de Norteamérica, el monte McKinley (6.194 m). Aquí el escenario es la verdadera atracción. El tren pasa las llanuras fluviales y se eleva sobre profundos valles sorprendiendo a alces, caribúes y osos negros. A pocos kilómetros de Anchorage los bosques de abedules se abren paso junto a los ríos Eagle y Chugiak para, un centenar de kilómetros más lejos, ver surgir el pico Denali. El tren hace entonces su primera parada en Talkeetna, un pequeño pueblo minero reconvertido en un popular punto de partida para los escaladores. A partir de aquí las vías siguen el curso del río Susitna y el trazado sube por la línea de árboles para cruzar el Hurricane Gulch, el puente más largo del recorrido, de algo más de 278 metros de longitud, anclado a unos noventa metros sobre el desfiladero de Hurricane Creek. Enseguida se llega al Paso Broad que, a 720 metros, es el punto más alto de esta línea férrea. Pasados dieciséis kilómetros a través del cañón Healy las aguas revueltas del río Nenana asoman a través de los escarpados acantilados. El abedul, el álamo y el sauce copan este paisaje en otro tiempo contemplado por los primeros buscadores de oro que llegaran en busca de fortuna. A noventa y tres kilómetros vemos aparecer en Fairbanks el cartel de "Golden Heart City" que señala el final de la línea y el comienzo de una nueva aventura repleta de cultura e historia. Aquí, en la última frontera.
estación de Fairbanks (foto superior); a su paso por Hurricane (foto inferior) |
Más información: http://www.alaskarailroad.com